El 8 de mayo de 2025, la Iglesia Católica anunció con júbilo la elección de su nuevo líder espiritual. A las 18:07 horas, una fumata blanca emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, señalando que el cónclave había alcanzado un consenso tras cuatro votaciones. Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti proclamó: “Habemus Papam”, anunciando al cardenal Joseph William Tobin como el nuevo pontífice.
Nacido el 3 de mayo de 1952 en Detroit, Michigan, Tobin es el mayor de trece hermanos en una familia de raíces irlandesas. Miembro de la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas), fue ordenado sacerdote en 1978. Su trayectoria eclesiástica incluye roles destacados como superior general de su congregación y secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica en el Vaticano.
En 2012, fue nombrado arzobispo de Indianápolis y, cuatro años después, arzobispo de Newark, Nueva Jersey. En 2016, el papa Francisco lo elevó al rango de cardenal, destacando su compromiso con una Iglesia más inclusiva y cercana a los marginados.
El nuevo Papa es conocido por su enfoque pastoral y su defensa de los derechos de los inmigrantes y las comunidades LGBTQ+. Ha criticado las políticas antiinmigración y ha abogado por una mayor participación de las mujeres en la Iglesia. Su liderazgo refleja una continuidad con la visión reformista del papa Francisco, enfocándose en la misericordia, la justicia social y la inclusión.
La elección de Tobin marca un momento significativo para la Iglesia Católica, señalando un compromiso renovado con los valores de apertura y compasión en un mundo en constante cambio.